Muy cultivado como ornamental, el peral de flor (Pyrus calleryana) es sin embargo una especie muy invasiva, pues sus frutos son muy apreciados por los pájaros, que los dispersan ampliamente. Curiosamente, éstos no pueden ser comidos por las aves si el árbol no atraviesa inviernos severos, cuyas heladas ablanden la fruta, de otra forma muy dura y seca. Ésta no es comestible para el ser humano.