La cornicabra es conocida por la vistosidad que suele aportar a los diferentes espacios mediterráneos en los que crece. De unos cinco metros de altura de media, al llegar a la madurez, los especímenes femeninos brotan un fruto pequeño, del tamaño de un guisante, que sale en grandes cantidades y se torna rojizo brillante. Esto resalta con sus hojas, ovaladas y enteras, que no son perennes.