Todas las partes de malanga contienen cristales de oxalato cálcico, que desgarran los tejidos sensibles cuando se manipulan en exceso, provocando una erupción cutánea y causando estragos en el tracto digestivo cuando se ingieren. El efecto es parecido al de comer papel de lija: la boca, los labios, el tubo digestivo y a veces los senos paranasales se dañan e hinchan, a veces hasta el punto de que la persona tiene dificultades para tragar o incluso para respirar. Cuando se ingiere, las náuseas, los vómitos, los calambres, los cólicos y la diarrea continuarán hasta que la planta sea expulsada y el sistema tenga la oportunidad de recuperarse. Mantenga esta planta fuera del alcance de niños y adultos vulnerables para evitar percances.